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Confieso que...

Confieso que todos estos retazos de mí pertenecen a la parte en sombras de esta bruja que les habla. Una sombra que adora la nostalgia, los recuerdos de tiempos perdidos, los lugares oscuros y de belleza sombría como los cementerios, donde se santifican los más bellos monumentos a la tristeza.


Durante un tiempo, antes de conocer tan bien a mi sombra, renegué de estas inclinaciones hacia la soledad, los parajes oscuros y silenciosos, hacia la ausencia de luz y esta extraña fascinación por los ambientes tristes.


Ahora, confieso que parte de mi fuerza, de mi poder y de mi magia tienen su base en esta parte de mi sombra. Ahora acepto y disfruto mi inclinación por ello, porque ahora sé que gran parte de la bruja que soy saca su poder de esas raíces. Que esos lugares y esos momentos que tanto me atraen son el mundo donde las brujas tuvieron que vivir ocultas durante siglos. Por eso me llaman, por eso no puedo evitar acudir a esa llamada de la oscuridad, porque he vivido en ella tantas vidas que la he acabado considerando mi hogar.


Las brujas pasamos tantos siglos moviéndonos entre las sombras que aún hoy sentimos añoranza por aquel lugar que nos protegió, y gracias a ello, hoy sabemos ser felices con la más mínima expresión de luz. Porque desde la oscuridad, la luz siempre se ve más brillante.

 
 
 

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